viernes, 4 de noviembre de 2016

William Cecil


William Cecil

El siempre despistado obispo de Exeter olvidó su billete justo cuando iba a coger el tren, así que se dirigió al revisor para comentárselo. No se preocupe, señor. Sabemos perfectamente quién es usted le dijo el hombre tratando de calmarlo. 
Eso es genial – insistió Cecil -. Pero sin billete, ¿Cómo sabré a donde tengo que ir?

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