“San Blas bendito, pidió posada la
cena hecha y no cenada"
"Por San Blas la cigueña verás"
"Por San Blas la cigueña verás"
“San Blas bendito, cúrame la
garganta y el apetito”.
Con esta oración, son muchos los
que acuden al santo San Blas, el patrón de las enfermedades de la garganta y
de los laringólos.
San Blas fue un médico y obispo
de Sebaste, (Sivas) en Capadocia, (Turquía). Vivía en una cueva del monte
Argeus.
San Blas era conocido por el
don que poseía para sanar tanto a personas como a animales.
Según cuenta la leyenda, salvó la
vida a un niño que se atragantó con una espina de pescado. De ahí la costumbre
de bendecir las gargantas cada 3 de febrero.
Se dice que a su cueva llegaban
animales heridos y él los curaba. Un día, San Blas vio cómo un grupo
de cazadores del gobierno se acercaba y espantó a los animales para que éstos
pudieran escapar.
Como consecuencia, el santo fue arrestado y llevado ante el gobernador de Capadocia, trató de que San Blas dejara la religión de Jesucristo, y al no obtener éxito alguno, éste fue brutalmente apaleado. Durante todo este martirio, el santo no cesó de rezar por sus verdugos.
Como consecuencia, el santo fue arrestado y llevado ante el gobernador de Capadocia, trató de que San Blas dejara la religión de Jesucristo, y al no obtener éxito alguno, éste fue brutalmente apaleado. Durante todo este martirio, el santo no cesó de rezar por sus verdugos.
El gobernador, al ver que el santo
no dejaba de proclamar su fe en Dios, ordenó que le cortaran la cabeza el año
316.
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