Muere
un gran bebedor y va al infierno.
Cuando despierta, está en un jardín rodeado de mujeres en ropa
interior y lencería.
Las había rubias, morenas, pelirrojas, jóvenes, maduritas,
blancas, negras, mulatas, japonesas, etc.
El tío pensaba, “esto no es el infierno, esto es el PARAISO”.
Decide dar un paseo para inspeccionar el terreno, antes de catar
tan nutrida cosecha y ve que los árboles no tienen frutas, tenían
colgadas botas llenas de vino.
En medio de lágrimas de emoción aparece el demonio, que le da la
bienvenida al infierno y el bebedor le pregunta si puede coger una
bota.
El demonio le dice que todo está a su disposición no teniendo
que pedir permiso para coger y usar lo que quisiera.
Coge una bota, va a echar un trago y no sale nada. Coge la
segunda y lo mismo. Coge la tercera y ni una gota.
Le dice al demonio: “Pero si las botas no tienen agujero”.
A lo que éste responde:
“Ni las mujeres tampoco. Aquí se viene a sufrir, cabrón”
Cuando despierta, está en un jardín rodeado de mujeres en ropa
interior y lencería.
Las había rubias, morenas, pelirrojas, jóvenes, maduritas,
blancas, negras, mulatas, japonesas, etc.
El tío pensaba, “esto no es el infierno, esto es el PARAISO”.
Decide dar un paseo para inspeccionar el terreno, antes de catar
tan nutrida cosecha y ve que los árboles no tienen frutas, tenían
colgadas botas llenas de vino.
En medio de lágrimas de emoción aparece el demonio, que le da la
bienvenida al infierno y el bebedor le pregunta si puede coger una
bota.
El demonio le dice que todo está a su disposición no teniendo
que pedir permiso para coger y usar lo que quisiera.
Coge una bota, va a echar un trago y no sale nada. Coge la
segunda y lo mismo. Coge la tercera y ni una gota.
Le dice al demonio: “Pero si las botas no tienen agujero”.
A lo que éste responde:
“Ni las mujeres tampoco. Aquí se viene a sufrir, cabrón”
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