En un pueblo de la Antigua Arabia había un muchacho que mendigaba en las calles y al que todos conocían como "el idiota". Su fama era tal que atravesó fronteras y atrajo a numerosos visitantes que querían conocerlo y saber el porqué de aquel ofensivo mote.
Uno de esos curiosos se acercó a la plaza del mercado y se sentó a observar lo que sucedía. Vio como algunos de los habituales del lugar se enseñaban una moneda de 100 dinares en una mano y una de 5 en la otra, dándole la oportunidad de elegir la que quisiera. Tras pensárselo durante unos minutos, el joven acababa escogiendo la de 5 dinares, un hecho que provocaba las carcajadas y las burlas de todos cuantos contemplaban el "espectáculo": "Es idiota, es idiota", gritaban entre risotadas mientras le seguían ofreciendo monedas de 5.
Indignado por lo que veía, el extranjero se acercó al muchacho y le dijo: "Pero chico, ¿Como toleras que se rían de ti y llamen idiota por escoger siempre una moneda de 5 en lugar de otra de 100?". A lo que el muchacho replicó: "Señor, no soy tan idiota como ellos creen. Si eligiera la moneda de 100 dinares sólo ganaría una vez, Dejándoles reirse de mi, y moneda tras moneda, he reunido muchísimo mas que esos 100 dinares".
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