Jean Pierre Papin
Papin, el pequeño instinto asesino. Fue el protegido de Platini, que aconsejó su entrada en la selección
· Consiguió cinco veces el pichichi de la Ligue 1 de manera consecutiva · Logró
que su famosa volea fuera nombrada como la "Papinade" Si a cualquier 'entendido' del fútbol le preguntan por los mitos
del fútbol francés, dos nombres aparecen como acto reflejo: Michel Platini y
Zinedine Zidane. Dos jugadores de clase mundial que dominaron el fútbol francés
durante distintas épocas. Y justo en
medio, en esa época que comprende finales de los ochenta y comienzos de los
noventa, es donde aparece otra de las leyendas francesas. Es la etapa de Jean
Pierre Papin, ese pequeño delantero de gran remate que encandiló a los
aficionados al fútbol por su calidad en los últimos metros, su tremendo olfato
goleador y su repertorio de recursos en el remate. La gran historia de Papin comenzó aquel mes de
junio de 1986. México acogía por segunda vez un Mundial de fútbol. La Francia de
Platini llegaba con el objetivo de mejorar el papel hecho en el Mundial de
España, en el que cayó dignamente en semifinales.
El combinado galo,
sorprendentemente, era incapaz de batir a la débil Canadá en su primer partido.
Fue entonces cuando, a falta de once minutos para el final, un frágil y diminuto
delantero del sur de Francia salvó la papeleta. Se llamaba Jean Pierre Papin,
tenía 22 años y nadie sabia nada de él. Sus inicios en Vichy, su buena temporada
en el Valenciennes y su demostración goleadora en el Brujas, marcando veinte
goles, yacían en el anonimato. Tuvo que ser con los 'bleus', en una cita
importante, y con el beneplácito del gran Platini, cuando Papin diera un paso al
frente en el camino hacia la historia del fútbol. Y es que el gran icono
futbolístico del momento en Francia fue quien dio el visto bueno. Platini le
dijo a Henri Michel: "Me gusta, porque me recuerda a Boniek, con el que me
entendía a la perfección en la Juventus". Así que Michel se lo llevó a Mexico, y
sin realizar un Mundial soberbio, consiguió que el mundo ya contara con él. Se dio a conocer con su gol ante
Canadá en el primer partido de Francia en el Mundial de México 1986.
Francia, por cierto, repitió la historia de hace cuatro años y se
despidió en semifinales ante la Alemania de Brehme, Vöeller y compañía. Pero
para Papin, ya contratado por el Marsella, era el comienzo de una exitosa
carrera. Seis temporadas en las que gano cinco Ligas, en las que quedó cinco
veces como máximo goleador de la Ligue 1 de manera consecutiva. Cerca de 150
goles en poco más de 200 partidos. Una época dorada redondeada por un Balón de
Oro en 1991. Goles de todos los colores: de falta, desde fuera del área, de
cabeza, empujándola, en el mano a mano con el portero...los recursos de ese
pequeño delantero eran infinitos a la hora de rematar. Correoso, luchador,
rápido en el desmarque, sin contemplaciones ni entretenimientos en la
definición. Tal era su imaginación y suficiencia a la hora de finalizar, que el
punta de Boulogne-sur-Mer llegó a personalizar una manera de acabar las jugadas.
La "Papinade" se convirtió en un sello de identidad de aquel maravilloso
delantero. Una volea, lateral, casi a ras de suelo, de un gran valor estético,
pero también efectiva. Ese remate forma parte hoy de la gran lista de detalles
técnicos con nombre propio, justo antes de la 'roulette' de Zizou. La "Papinade" se convirtió en un sello de
identidad de aquel maravilloso delantero. Una volea, lateral, casi a ras de
suelo. Tras el triunfal paso por la Ligue 1, llegó el Milan, con
buenas actuaciones pero sin grandes alardes. Precisamente cuando Papin no
respondía, llegó el premio de la Copa de Europa, título que había perdido las
dos temporadas anteriores en la final. Pero él necesitaba seguir conviviendo con
el gol, así que decidió cambiar de aires y probar suerte en el Bayern de Múnich.
La desafortunada aventura alemana le llevó de nuevo a sus orígenes.
Relativamente, porque su destino fue Burdeos. En el Girondis dejó sus últimos
detalles al máximo nivel, en dos temporadas donde demostró que el gol siempre le
acompañaría. Se retiró en Segunda, con el En Avant Guingamp, pero a día de hoy,
y con 46 'castañas', Papin ha vuelto a ponerse las botas. Eso sí a nivel
aficionado. En los campos regionales de Aquitania ya sueñan con ver los últimos
goles del gran Papin. Todo un lujo.
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