Guembe
Nuestra Señora del Rosario, San Andrés y San Antonio de Padua. La primera, citada por Núñez de Cepeda, es hoy desconocida. La segunda la encontró Igual de Soria (1801) en buen estado y solo manda que <<se retoque el Bulto de Nuestra Señora, que se le compongan las manos y quitándole la gorra que tiene se le haga una corona>>.
San Antonio de Padua, en alto hacia Salinas de Oro, es ermita de influencia comarcal, pues acuden de todo Guesalaz. La fundó Fernando de Vidaurre, natural y abad de Guembe de 1636 a 1674. Cuando llevaba 22 años de cura concibió la idea de levantarla con su propio peculio, mas limosnas. En 1658 el cura dice que ya está terminada la iglesia, con su retablo, campana y ornamentos y que están en obras la sacristía y aposento para ermitaño. Los vecinos se querellaron contra él, temerosos de que recabase para sí el patronato y lo dejase a sus herederos. Vidaurre renunció a todo patronato, declaró que la ermita iría aneja a la parroquial, que el ermitaño sería sacerdote del lugar, si lo hubiere, y si no, de fuera, con obligación de enseñar a los niños la doctrina; y si no hubiere sacerdote, los vecinos nombrarían ermitaño lego, que ejercería la misma docencia y podría pedir limosna en cinco leguas a la redonda. Pero seis años mas tarde, Vidaurre nombra ermitaña a María de Elizalde, natural de Munarriz. Los vecinos consiguen que se anule el nombramiento. En 1667 el abad nombra a Joaquín de Lezaun, sacerdote puentesino, que ejerció de ermitaño hasta 1680, en que renunció. Le sucedió Pedro de Huarte, presbítero de Irujo, que renunció en 1682, año en que nombran a Pedro Salbador, de Guembe, lego que declaraba intención de ordenarse.
En 1801, Igual de Soria mandó en esta ermita hacer dos confesionarios y que se quitasen <<las rejillas que sirven para este efecto, con sus sillas, se haga retejo y se revoque la capilla de Jesucristo>>.
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