Francisco "de
Javier"
Nació en el castillo de Javier ubicado en lo que en la
actualidad es la localidad de Javier, Navarra.
Nació el 7 de abril de 1506 en
el seno de una familia noble. Su padre, Juan de Jasso, era Presidente del
Real Consejo del Rey de Navarra Juan III de Albret. Su madre fue María de
Azpilicueta que pertenecía a una noble familia de la que formaba parte Martín
de Azpilicueta, el llamado doctor navarrus. Era el benjamín de cinco
hermanos: Magdalena, Ana, Miguel, Juan y él mismo.
Su niñez estuvo marcada por
los hechos históricos que llevaron a la salida del reino de Navarra del control
francés y su reincorporación a la órbita hispana, dado que su familia estuvo
muy involucrada en dichos hechos. Su casa natal fue lugar de encuentro de los
partidarios de los Albret y sufrió la revancha de la pérdida. Sus hermanos,
miembros del ejército de Juan III, fueron encarcelados por ello. Estas
circunstancias pudieron ser la causa de la determinación de Francisco por el
estudio religioso.
En 1524 Francisco
Javier tiene tomada la determinación de ir a estudiar a París, a la
Sorbona. Antes había cursado estudios en diferentes ciudades navarras,
ultimándolos en Pamplona.
En septiembre de 1528 fue
a estudiar a París, donde conoció al que sería su mejor amigo, Íñigo de
Loyola, posteriormente san Ignacio de Loyola, quien nunca le dejó solo en los
momentos difíciles en París y siempre le ayudó, como por ejemplo, cuando Javier
sufrió problemas económicos.
Fue allí donde con otros
cinco compañeros se constituye lo que sería el embrión de la Compañía de
Jesús. El 15 de agosto de 1534, una vez finalizados los
estudios, juran votos de caridad y castidad, a la vez que prometen viajar
a Tierra Santa, en la Cripta del Martirio de Montmartre. Francisco se
queda en París otros dos años más estudiando Teología, después de participar en
los Ejercicios espirituales junto a Ignacio de Loyola.
En 1537 se reúne
con Ignacio de Loyola para viajar a Italia. En Roma visitan al Papa
Paulo III para pedirle su bendición antes de emprender el viaje a Tierra
Santa, viaje que no se iba a poder realizar por haber entrado en guerra Venecia con Turquía.
Llegan a Venecia y es ordenado sacerdote el 24 de junio. Durante su estancia en
Venecia, mientras esperaban el barco para ir a Tierra Santa, se dedica junto a
sus compañeros a predicar por los alrededores. Ante la tardanza del viaje,
vuelven a Roma y se ofrecen al Papa para ser enviados a cualquier otro lado. De
allí parte hacia Lisboa en 1540, donde dará comienzo la etapa
más importante de su vida: la de misionero. El viaje a Portugal se debió a
la solicitud del embajador portugués en Roma, Pedro de Mascarenhas, que
pidió en nombre de Juan III de Portugal a Ignacio de Loyola algunos
hombres suyos para enviarlos a las Indias Orientales. Para ese viaje
Francisco fue nombrado por el Papa legado suyo en las tierras del Mar
Rojo, del Golfo Pérsico y de Oceanía, a uno y otro lado del Ganges.
El viaje a Lisboa fue por
tierra y paró en Azpeitia (Guipúzcoa), para entregar cartas de
Ignacio de Loyola a su familia. En Lisboa estuvieron un tiempo, hasta que fue
designado Francisco para ser el enviado a las Indias. En ese tiempo no pararon
de predicar el evangelio a los pobres de la ciudad.
El 7 de abril de 1541,
día que cumplía 35 años, sale la expedición y llega el 22 de septiembre a Mozambique.
Allí se queda hasta febrero del año siguiente. En esa estancia ayuda en el
hospital y percibe la realidad del trato que se da a los negros, lo cual le
lleva a tener los primeros enfrentamientos.
Después de efectuar escalas en Melinde y Socotora,
llega a Goa (ciudad que luego sería capital de la India Portuguesa)
el 6 de mayo de 1542. Prepara un texto divulgativo basado en el
catecismo de Juan Barros y comienza a predicar la doctrina católica por la
ciudad, a la vez que asiste a moribundos, visita a presos y socorre a pobres.
Para lograr un acercamiento
más intenso se dedica a aprender la lengua del país. Tras rechazar el puesto de
director del seminario de San Pablo, se embarca, en octubre de 1542, para las
islas de la Pesquería, donde permaneció más de un año.
Evangeliza a los indios
Paravas y recorre las ciudades de Tuticorrín, Trichendur, Manapar y Combuture.
Encontró la oposición de los brahmanes, que habitaban las pagodas de la región.
Aprendió tamil y
tradujo a esa lengua parte de los textos cristianos y una plática sobre el
cielo y el infierno.
En noviembre de 1543 se
encuentra con sus compañeros Micer Paulo y Mansilla en Goa y se entrevista con
el obispo de la ciudad, Juan de Alburquerque, para pedirle misioneros. El
obispo destina a 6 sacerdotes para esa labor. Con los nuevos colaboradores se
vuelve de nuevo a la Pesquería. En el viaje escribe varias cartas a sus
compañeros de Roma, en una de ellas dice:
muchos cristianos se dejan de
hacer en estas partes, por no haber personas que se ocupen en la
evangelización. Muchas veces me mueven pensamientos de ir a esas Universidades
dando voces como hombre que tiene perdido el juicio, y principalmente a la
Universidad de París, diciendo en la Sorbona a los que tienen más letras que
voluntad, para disponerse a fructificar con ellas; ¡cuántas almas dejan de ir a
la gloria y van al infierno por negligencia de ellos! Es tanta la multitud de
los que se convierten a la fe de Cristo en estas partes, en esta tierra donde
ando, que muchas veces me parece tener cansados los brazos de bautizar, y no
poder hablar de tantas veces de decir Credo y mandamientos en su lengua de
ellos y las otras oraciones.
Establece en las Pesquería un
sistema de asignación de territorios a un responsable, el cual debía mantenerle
informado del devenir de la misión. Una vez que ha organizado ese territorio,
parte hacia Manapar y el distrito sur. Permanece un mes con los makuas,
bautizando a más de 10.000 personas.
Durante 1544 realiza
más de veinte viajes de evangelización. Ante las noticias de la ejecución de
cristianos en Ceylan, Francisco vuelve a Goa y habla con el gobernador,
para acompañar a las tropas que se iban a enviar para castigar las acciones
contra los cristianos que el rey Jafnapatán había hecho. Por diferentes causas
dicha acción nunca se llevó a cabo.
En 1545 parte a
las islas Molucas en compañía de Juan Eiro, llegando a Malaca poco
después. Durante tres meses Francisco Javier aprendería un mínimo el idioma y
se familiariza con la cultura local; también traduciría, con ayuda de gentes
entendidas, la parte básica de los textos de la doctrina católica. Ese mismo
año escribe al rey de Portugal sobre las injusticias y vejaciones que les
imponen los propios oficiales de Vuestra Majestad.
Representación de Francisco
Javier en la bóveda de la capilla dedicada al santo en la iglesia del Gesù,
en Roma. La obra se basa en una de las historias milagrosas atribuidas a
Francisco Javier que relata cómo recuperó su crucifijo después de perderlo en
el mar. Francisco Javier estaba atrapado en una tormenta mientras viajaba
a Malaca (Malasia) en el año 1546. Con fe arrojó la cruz al mar,
pidiéndole a Dios que la hiciera un instrumento para pacificar las turbulentas
aguas. El mar se calmó y al llegar a las costas de Malaca, Francisco Javier vio
un cangrejo caminando hacia él sosteniendo su crucifijo en sus pinzas.
Sale hacia las Islas de
Amborio y Ternate en enero de 1546, después de preparar las Instrucciones
para los catequistas de la Compañía de Jesús. Llega a su destino al cabo de mes
y medio. Recorre diferentes islas de la región y en Baranula (Ceran), según
cuenta la tradición, un cangrejo le devuelve el crucifijo que había perdido
durante una tempestad.
En junio llega a Ternate,
rico centro comercial de especias y última posesión portuguesa, permaneciendo
en ella tres meses. De allí sale a las islas del Moro, donde pasa otros tres
meses. De las islas del Moro emprende viaje de vuelta a Cochín, donde llegaría
el 13 de enero de 1548.
Después de realizar labores
de reordenación y supervisión de las misiones establecidas en India y Molucas,
donde se siente decepcionado con el deterioro sufrido, tal y como demuestra en
sus cartas, parte para Japón, junto a sus compañeros Cosme de Torres y
Juan Fernández y el traductor Anjirō, el domingo de Ramos de 1549,
llegando a tierras niponas el 15 de agosto. Desembarcan en Kagoshima,
entonces capital del reino Sur del Japón. Permaneció en esta ciudad durante un
año y por tierras japonesas durante dos años y tres meses. En colaboración de
su compañero Pablo de Santa Fe evangelizó por tierras niponas e hizo traducir
la obra Declaración de los artículos de la Fe, que se aprendió de memoria
y solía recitar en las esquinas. Para responder a las preguntas que los
transeúntes realizaban se valía de un intérprete. Ante el fracaso de la misión,
pensó en citarse con el rey de la zona con la esperanza de que si este se
convertía al catolicismo, el pueblo también lo haría. En 1550 se
dirige al norte con esta intención. Funda una pequeña colectividad cristiana
en Hirado. Llega a Yamaguchi, luego a Sakai y, finalmente
a Meaco, donde intenta, sin conseguirlo, ser recibido por el emperador.
Se traslada a Yamaguchi de
nuevo y obtiene del príncipe la garantía de respeto a los conversos al
cristianismo. Ante esa perspectiva realiza, junto con sus dos compañeros, una
intensa labor de predicación que da su fruto en la creación de una pequeña
comunidad católica. Muchos de los convertidos son samuráis. La oposición
del clero local, los bonzos, fue siempre fuerte.
Francisco Javier, por Bartolomé
Esteban Murillo. Óleo sobre tela, ca. 1670.
En septiembre de 1551 le
llama el príncipe de Bungo, que le permite predicar en esas islas. Un mes
después y dejando algunos conversos, Francisco Javier se vuelve a la India
alertado por las noticias que le llegan. El viaje de vuelta se realiza en la
nao Santa Cruz que capitaneaba Diego de Pereira, quien le da la idea
de organizar una embajada a China en nombre del rey de Portugal para entablar
negociaciones de paz. Cuando llega a Malaca se entera de que la India ha sido
nombrada provincia jesuítica independiente de Portugal y que él es su
provincial.
El 24 de enero de 1552 llega
a Cochín y el 18 de febrero a Goa. Después de solucionar algunos problemas de
las misiones y preparar el viaje a China, parte rumbo a ese país el 14 de
abril. Le acompañan en la aventura el sacerdote Gago, el hermano Álvaro de
Ferreira, Antonio de Santa Fe (que era de origen chino) y un criado indio
llamado Cristóbal, y se embarcaron en la Santa Cruz capitaneada por
Pereida.
Cuando llegan a Malaca tienen
problemas con el Capitán de Mares, Álvaro de Ataide, que retrasa el viaje por
dos meses e impide que Pereida siga al mando de la nao. Llegaron a la isla
Shangchuan a finales de agosto de 1552, movido al parecer por las
afirmaciones de los japoneses, que no valoraban nada que no hubiese arraigado
antes en China, y con la idea de evangelizar en China para que esto
influyese luego en Japón. Esta isla era el lugar de encuentro entre los
mercaderes chinos y portugueses.
Permanecen a la espera de la
llegada de un barco chino que debe introducirles, clandestinamente, en el
continente. El 3 de diciembre de ese año muere Francisco Javier
cuando contaba 46 años de edad.
Sepulcro y cuerpo de San Francisco Javier - Basílica del Buen Jesús (Goa)
Su cuerpo es conducido a Goa,
donde llega en la primavera de 1554, siendo enterrado en esa ciudad.
Fuente: Wikipedia