Martín Melitón Sarasate y Navascués nace el 10 de Marzo de 1844, día de San Melitón en Pamplona. Falleció en Biarritz, Francia, el 20 de septiembre de
Precoz e hijo de padres que supieron calibrar el futuro de su hijo, toma lecciones y toca desde muy temprana edad (primer concierto a los 7 años en La Coruña ) para sorpresa de todos. Pensionado por su provincia natal, ingresa al Conservatorio de París en 1856. Gana premios, destaca en sus lecciones y, en seguida, es premiado y reconocido como el gran concertista que fue.
Estudió en Santiago de Compostela entre 1846-1849 con José Courtier , primer violín de
El éxito rápido y seguro como ejecutante le hace olvidar sus deberes como alumno de armonía y composición. Llegados a este punto, es conveniente señalar si ésta, fue o no, una correcta decisión. Probablemente el reconocimiento de las limitaciones para la creación, hayan predispuesto al músico español para seguir los caminos de la fama por mar y tierra y dejar breves momentos para la escritura de piezas de especial virtuosismo en digitación y firmeza con el arco.
Parece que no escapó ningún rincón del Viejo Continente a las visitas de Sarasate. Desde Portugal hasta los países nórdicos y varias visitas a Londres y consuetudinarias vueltas a la tierra natal fueron constantes en él.
América del Norte y Sudamérica pudieron gozar del concertista a la par que los privilegiados europeos. Memorables son sus conciertos y recitales. La tenaz formación musical y el espíritu ahíto de triunfo de Sarasate lo mantuvieron en activo hasta su muerte acaecida en Biarritz, Francia, el 20 de septiembre de 1908.
Señalan las críticas y crónicas de la época que su fuerza radicaba más en la sutileza de interpretación que en el fuego temperamental que caracterizó a un Paganini aunque no careció el español de las dotes que perpetuaran al italiano, a saber, ataque, pasión, flexibilidad y una natural facilidad para el violín. Su técnica de la mano izquierda fue también proverbial así como la velocidad de ejecución, pero siempre coincidían todos, en los matices de perfecta musicalidad y la afinación única de Sarasate.
Arrancaba el más hermoso sonido que pueda esperarse del violín sin mostrar el enorme esfuerzo. Tuvo dos Stradivarius, uno se lo compró a J.B. Vuillaume; y el otro a los Sres. Gand & Bernardel.
El Sarasate compositor es el aspecto que escapa a la leyenda puesto que hoy en día están sus obras a disposición de todos quienes así lo deseen. Se adivina o se infiere por el grado de dificultad técnica de las piezas del catálogo (no muy extenso) que los elogios de antaño debieron ser sinceros. No hubiera compuesto Sarasate lo que él mismo no se atreviera a tocar con propiedad y brillantez. Una constante en sus obras es el folklore español como punto de partida y como principal elemento rítmico y melódico. Una repasada a estas obras nos arroja Danzas Españolas: Malagueña, Habanera, Romanza andaluza, Jota Navarra, Playera y Zapateado. Fantasía sobre la ópera Carmen para violín y piano (luego para orquesta y violín), Canción gitana y una Introducción y tarantela para el violín aquí cambió España por Italia conservando el acento folklorizante.
Fue también Sarasate fuente de inspiración para compositores de su tiempo. Saint-Saëns, Lalo y Max Bruch dedicaron conciertos o piezas concertantes para violín y orquesta al pamplones. La Sinfonía Española de Eduardo Lalo, de obvias referencias al origen y el estilo del violinista es una de las obras más conocidas por el gran público, de fácil recordación por sus agradables melodías y por la prueba de fuego que significa para cualquier concertista.
Homenajeado por sus compatriotas, elevado a la categoría de honor nacional en España, Pablo Sarasate ha pasado a la posteridad como leyenda y ejemplo de la entrega que todo músico debe hacer a su carrera hasta obtener de sus aptitudes lo más parecido a la perfección.
Aires Gitanos
Jota Aragonesa
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